Las rivalidades políticas no pueden convertirse en pretextos para denigrar, ofender, deslegitimar o burlarse del contrario (a). Penosamente, esas absurdas actitudes de ciertos politiqueros -muchos elegidos equivocadamente porque no nos representan- se siguen poniendo por delante de las propuestas, alternativas y acciones que conduzcan a eliminar las brechas de desigualdad, problemas sociales y económicos, más la larga lista de inconvenientes que requieren atención con urgencia. La población, inteligente como es, se pregunta: ¿Qué papel están cumpliendo quienes fueron elegidos (as) con nuestro voto en las urnas? ¿Están respondiendo a la confianza popular? o son simples monigotes.