Los tristes acontecimientos que se viven -desde hace tiempo- en el sistema penitenciario del país deben llevarnos a todos a un camino de reflexión por donde transite la ética, los buenos procedimientos y porqué no, el saneamiento total en estos centros que se han convertido en sinónimo de corrupción, violencia, tráfico de influencias y de enriquecimiento ilícito. Hoy vemos nuevamente en las pantallas de televisión nacional a elementos que estuvieron dirigiendo el sistema, dando clases de moral, cuando el país los recuerda también como producto de esa podredumbre que se ha desbordado en los últimos años. Que la lección sirva para algo. No se debe permitir que estos capítulos se repitan.