El caso de la desaparición de Juliana Campoverde -sin que sea el único en nuestro país- sigue sin respuestas claras. No podemos comprender en su magnitud, cómo una familia puede soportar un sacrificio de no saber nada de una hija, cuyo único pecado fue estar junto a personas equivocadas, en un sitio nada propicio y lo peor, sin una justicia que no actuó -porque no pudo o porque no quiso- sin fiscales probos para descubrir la verdad en su preciso momento. El 7 de julio de 2012, la joven Juliana Campoverde desapareció y ahora, el principal culpable está purgando una pena de 25 años tras las rejas. De qué sirve si su cuerpo o sus restos no aparecen hasta hoy. Qué calvario y qué indignación nacional.