Luego que la pandemia intranquiliza al mundo, muchas cosas tienen que cambiar. Ya no se puede observar con ligereza y dando la espalda a problemas que deben dejar de ser parte del discurso para ser tratados como realidades presentes. La corrupción, pobreza, desigualdades, desempleo, hambre, la discriminación y violencia parecen estar concatenadas las unas con las otras, sin que de por medio existan posibilidades de que esa triste realidad cambie. ‘Todos somos iguales y gozamos de los mismos derechos, deberes y oportunidades’, pero quién nos garantiza que esa premisa se cumpla. Nada cambiará mientras estemos subordinados al subjetivo cristal e individualismo con que se mire el problema.