La fe es lo que menos debemos perder los ecuatorianos. La población mayoritaria es católica y profesamos esa religiosidad. Unos más creyentes y practicantes que otros, pero la inmensa mayoría con una devoción tradicional que ha sido enseñanza permanente a lo largo de las generaciones. Ayer fue un Domingo de Ramos atípico. Sin gente en las iglesias, sin los rezos y plegarias que se acostumbran cuando se inicia la Semana Mayor, pero eso sí, con la mente puesta en que toda esta crisis que soporta el mundo la tenemos que afrontar y superar con unidad y acciones solidarias. El mundo cambió, pero es ahí cuando regresamos a mirar al Creador, para que nos permita salir de esta encrucijada.