Los últimos acontecimientos que ha tenido que observar el país en el marco del proceso electoral venidero, es digno de admiración y preocupación, al mismo tiempo. Admiración por saber en qué va a terminar este conflicto de intereses, jurídico o de poder entre el CNE (Consejo Nacional Electoral) y el TCE (Tribunal Contencioso Electoral) y, preocupación, porque no sabemos si los plazos se van a alargar, si se inscribe o no un candidato que lucha por su participación electoral y si de por medio surte efecto el apoyo de la Oficina del Comité de DDHH que aboga para que se cumpla la decisión de que el candidato en referencia, que ya iría por su sexta participación en las papeletas presidenciales, sea cumplida.