La calles se han convertido en la mejor muestra de desesperación y crisis. Casi sin importar lo que verdaderamente es valioso: la salud y la vida, la gente se ha volcado a tratar de conseguir el sustento diario. También es notorio cómo los negocios se han acabado. Hay por doquier los anuncios de “Se arrienda” en locales en donde funcionaban, antes de la pandemia, actividades de todo tipo. Las ventas ambulantes han crecido, sin que el control abastezca para poder impedir que ello afecta a los negocios instalados legalmente; mientras tanto los locales que se mantienen a flote, siguen con la esperanza de que vuelvan mejores días. La pandemia acaba con la salud, la vida y la actividad económica.