Año político, dicen. Sorprendamos a los incautos, sostienen. Vamos por más, ruegan. En el país de los ciegos, el tuerto es el rey, dice en cambio la gente pensante. Lo cierto es que ya van sonando nombres, van apareciendo rostros que estaban en la sombra calladitos y otros que sin saber que la luna no es queso, buscan anclarse a donde sea para ver si la suerte les sonríe o si autopromocionándose van a conseguir el voto popular. ¡Qué equivocados están! Cierto es que la actividad política ha descendido a niveles increíbles, pero lo que no ha variado es la dignidad de un pueblo que anhela buenos administradores, que le hablen la verdad, capacitados y que no sean fácil presa de la corrupción. ¿Eso hay?