Más allá de las identificaciones político partidistas, de las caras que aparecieron en exagerado número en las papeletas de la primera vuelta y de los sentimentalismos vagos, los ecuatorianos estamos frente a la oportunidad inmensa de volver a dibujar con convicción, a través del voto, el país del futuro. Un proceso electoral para definir quién va a dirigir los destinos de la nación, siempre va a dejar abierta una luz al final del túnel. Sí, un túnel lleno de crisis, pero sobre todo moral y a todo nivel. Quien sea que triunfe mañana, debe pensar que dirigir el país en esas condiciones no es fácil y si quiere tener éxito debe leer muy bien la hoja de ruta que nos lleve a la prosperidad con base en la unidad nacional.