“Lo que sucede en Ecuador es para llorar”, así lo dijo el excapitán de la selección ecuatoriana de fútbol, Alex Darío Aguinaga. En esa frase se traduce toda la podredumbre que los ecuatorianos vemos con desazón, casi todos los días, a todas horas y sobre cualquier tema. En este país se ha jugado con la paciencia. Se roba con descaro, se despilfarra el dinero por gusto y lo peor es que dejamos de lado las más grandes prioridades nacionales como la salud y la educación para dedicarnos a pagar cientos de miles por la contratación de una sola persona (el técnico ausente Jordi Cruyff) que no dirigió ni un solo partido de la Tricolor. Nuestro Ecuador tiene razones suficientes para llorar de rabia e indignación.