La Cumbre de las Américas requiere más praxis que fotos, encuentros, apretones de manos, abrazos y promesas. Estas reuniones de jefes de Estado y de gobierno de los países de América que tienen lugar desde 1994 para tratar temas de verdadera importancia, es necesario que aterricen en conclusiones valederas e inteligentes ante las amenazas que ya no están ocultas como el narcotráfico, la violencia, trata de personas, extrema pobreza y otros delitos que pueden y deben enfrentarse con solidaridad y más integración. Todos coinciden en que se debe debatir las alternativas que tiene la región y avanzar en el desafío de acertar en decisiones que vayan más allá del simple protocolo.