La tarea comunicacional institucional es una fortaleza cuando se la conduce anteponiendo los intereses que tiene la población ante cualquier intento para ocultar, tergiversar o tratar de acallar las observaciones ciudadanas. Si esos procesos solo se sostienen en el marketing o en una falsa promoción de quien está al frente de una institución -pese a los problemas evidentes- el resultado se balancea entre la improvisación y el cepilleo. El proceso comunicacional de una entidad responde a una política y planificación estructurada y consensuada para clarificar ante los mandantes los fines y objetivos, caso contrario se hablará de “cambios de 360 grados en el equipo…”, o sea se volverá a lo mismo.