Hay personajes que no entienden lo que es la representación que les dio el pueblo en las urnas. Muchos llegaron con hambres atrasadas, otros rinden culto a su personalidad y unos más avezados y sin vergüenza, agachan la cabeza para rendir pleitesía al engaño y la corruptela, a cambio de acomodar a sus parientes, sacar provecho de su alter ego o venderse a cambio de un plato de lentejas. Creen que en su zona de confort y hablando incoherencias, echando lodo con ventilador o respondiendo con vacuidades a los reclamos ciudadanos, todo está solucionado. ¡Qué equivocados están! ya que el pueblo sí se entera de sus truculencias. Si no cambian en el poco tiempo que les queda, todos pierden.