El mundo está convulsionado. Unos países más que otros, están sufriendo de hambre, desesperación y pobreza, mientras los gobiernos no atinan a encontrar las mejores alternativas para salir de los problemas, alimentados por la corrupción, la politiquería y los intereses individuales o de grupo. Salir a las calles en tiempos de pandemia es una forma de identificar los males que nos aquejan. Niños junto a sus padres rogando atención, pidiendo una moneda para satisfacer su primaria necesidad: comer o, simplemente dedicándose a delinquir para sobrevivir. Es necesario un crecimiento indispensable para aliviar el hambre y pobreza que sigue acentuándose en buena parte del mundo en desarrollo.