Mutilación genital y covid, una crisis dentro de otra crisis
Hoy 9 de febrero se celebra la Jornada Internacional contra la Mutilación Genital Femenina. Esta práctica, desgraciadamente extendida en muchas partes del mundo, humilla la dignidad de la mujer y atenta gravemente contra su integridad física”, escribió el papa Francisco el domingo en su cuenta de Twitter.
“Los países que ya luchan contra el aumento de la pobreza, la desigualdad y los conflictos están viendo cómo la pandemia de la Covid-19 amenaza aún más los progresos alcanzados durante los últimos años para poner fin a esta práctica, generando una crisis dentro de otra crisis para las niñas más vulnerables y marginadas del mundo”, expresó la doctora Natalia Kanem, directora ejecutiva de la agencia de las Naciones Unidas de la salud sexual y reproductiva, UNFPA.
Incluso antes de la Covid-19, según la experta, se estimaba que 68 millones de niñas corrían el riesgo de ser víctimas de la Mutilación Genital Femenina (MGF) entre 2015 y 2030.
Debido a que la pandemia sigue provocando el cierre de escuelas y la interrupción de los programas que ayudan a proteger a las niñas de esta práctica nociva, es posible que en la próxima década se produzcan otros 2 millones de casos de mutilación genital femenina.
De acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, se estima también que el rápido crecimiento de la población en algunos países aumentará aún más el número de niñas en riesgo, lo que hace más urgente acelerar los esfuerzos mundiales para eliminar esta práctica antes de 2030, tal como se establece en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Por otro lado, informó que además de dañar el cuerpo, la vida y el futuro de las niñas, la mutilación genital femenina es una violación de sus derechos humanos.
Solo una acción unida, concertada y adecuadamente financiada puede poner fin a esta práctica en todas partes.
Mientras la comunidad mundial pone en marcha programas para llegar a las niñas y mujeres afectadas por la pandemia, es urgente acelerar las inversiones para acabar con la mutilación genital femenina. De acuerdo a Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF, se necesitan unos 2.400 millones de dólares para eliminar esta práctica en 31 países altamente prioritarios.
En concreto, será necesario invertir en el empoderamiento de las niñas y las mujeres, y proporcionar intervenciones y servicios adaptados a las víctimas y a quienes corren el riesgo de ser víctimas de la mutilación genital femenina.
Invertir también en la creación de asociaciones y en la movilización de aliados –incluidos hombres y niños, grupos de mujeres, líderes comunitarios e incluso personas que han realizado la mutilación genital femenina en el pasado– para ayudar a eliminar la práctica. También es necesario invertir en la formulación y aplicación de leyes a nivel nacional y en el fortalecimiento de las instituciones.
Asimismo, según las expertas hoy en día, las niñas tienen tres veces menos de probabilidades de ser sometidas a la mutilación genital femenina que hace 30 años.
Está en 30 países del mundo
En Ecuador no existe la práctica de la mutilación genital femenina, sin embargo, esta se sigue presentando en algunas comunidades indígenas de Colombia (foto), país fronterizo al norte de Ecuador, siendo el único país de Latinoamérica donde se realiza esta práctica, así lo informó la agencia de las Naciones Unidas de la salud sexual y reproductiva.
La mutilación genital femenina o ablación es una práctica nociva que incluye procedimientos que de forma intencional y por motivos no médicos, extirpan, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos externos (OMS, 2010), con graves afectaciones a la salud y la vida de las niñas y mujeres, principalmente durante su primera infancia, así mismo se constituye como una vulneración de sus derechos humanos y una forma de violencia basada en género, pues afecta la salud y la vida de las niñas y mujeres.
Asimismo, se realiza en 30 países del mundo, entre ellos Colombia, como una manifestación de la desigualdad de género por diferentes razones, en algunos casos es un requisito para el matrimonio, en otros se considera un rito para pasar de la pubertad a la adultez.