¿Ideas revolucionarias o reformistas?
En Bangladesh, un país pobre de Asia, surgió una idea que ante los ojos de los banqueros habrá sido cosa de locos: dar crédito a los pobres y a los que no tienen nada.
El Banco Grameen para Pobres lo fundó Muhammad Yunus y hoy está a la cabeza Stalima Mosaba una mujer de pueblo sin mayor preparación, sin masterados, solo con una visión desde su propia necesidad.
La mesa directiva de este Banco lo conforman mujeres. Su política es prestar dinero a pobres, en especial a mujeres y prestar poco.
Esta idea innovadora incluso recibió el premio Nobel de Economía.
Esta visión posiblemente ha fundamentado el microcrédito extendido por todo el mundo, que a pesar de los resultados los bancos no lo habían acogido de buena gana.
Consideramos es una de las razones también para que hayan proliferado en nuestro medio las cooperativas de ahorro y crédito, bancos de barrios, etc.
Esta idea se ha generalizado en el mundo sin violencia, ni camisa de fuerza, sin marchas de respaldo, sin descalificar ni minimizar a nadie.
En nuestro país y ciertos lugares del Continente se habla de reeditar revoluciones -segundas partes nunca han sido buenas- que posiblemente terminen siendo ideas reformistas intencionadas y por ello quizá se trataría de acallar a posibles contradictores.
¿Habrá revolución sin contradicción?
Sin oposición ninguna revolución se ha hecho, los entendidos dicen que incluso es necesaria la violencia.
El Banco para Pobres en sus inicios tuvo también sus contradictores y opositores: los banqueros, que predecían el fracaso de la idea por la poca sustentabilidad financiera, por la falta de capacidad de pago de los pobres e indigentes.
Hoy este Banco tiene alrededor de 8 millones de prestatarios y van en aumento.
El otorgar préstamos a los pobres haciéndolos sujetos de crédito, quizá haya sido el impacto social de esta idea reformista.
Pedro Manuel Ramírez