El último orejón del tarro
A juzgar por el tercer debate electoral entre Barack Obama y Mitt Romney, Latinoamérica está condenada a seguir siendo el último orejón del tarro, viéndose relegada a un plano intrascendente en las relaciones con EEUU. Así como los latinoamericanos, también los europeos se sintieron desahuciados en el debate sobre política exterior.
La crisis económica en Europa, el tráfico de armas, el narcotráfico, la inmigración y el cambio climático, temas sobre los que EEUU. debe asumir responsabilidades a nivel global, fueron ignorados. Obama entró al recinto como favorito y salió como vencedor. Romney no ofreció contrastes ni propuestas diferentes. Felicitó a Obama por el asesinato de Osama Bin Laden, la invasión de Libia y la muerte de Muamar Kadafi, y la caída del egipcio Hosni Mubarack. Tampoco tenía mucho margen de maniobra. Le hubiera costado la elección argumentar que las tropas se queden en Afganistán más allá del 2014 o proponer que se abran nuevos frentes militares en Siria e Irán. Romney falló en arrinconar a su adversario sobre la malograda operación oficial Rápido y Furioso que permitió a narcotraficantes mexicanos obtener armas de grueso calibre. Tampoco cuestionó la falta de una reforma migratoria que sigue dividiendo a millones de familias latinoamericanas y sobre el cierre de la cárcel de Guantánamo, promesas de la anterior campaña de Obama, todavía incumplidas. Romney acertó en decir que América Latina es tierra de oportunidades, mayores a las que ofrece China, potencia a la que achacó un juego comercial desleal permitido por Obama. Pero fue una tímida frase de segundos en una discusión de 90 minutos, en los que no se habló sobre tratados de libre comercio, del Plan Colombia, del Plan Mérida, ni de futura asistencia para el desarrollo de la región o sobre la resistencia que EE.UU. provoca entre algunos gobiernos.
Ricardo Trotti
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