El desafío de combatir la violencia basada en género
Valeria Arcos Hervas
Especial para EL NORTE
El caso de Naomi Arcentales ha conmocionado al país, y se produjo a un año de haber sido testigos de otra historia de horror como fue la de Lisbeth Baquerizo.
Sin embargo, con dolor podemos decir que no son los únicos, ya que en Ecuador, entre enero y noviembre del 2021, han muerto violentamente por razones de género alrededor de 170 niñas y mujeres. Cada 44 horas una de nosotras muere.
¿Violencia normalizada?
La violencia cultural en términos de Johan Galtung, ha legitimado históricamente las manifestaciones y discursos que naturalizan conductas en contra de las mujeres, viéndolas como “normales”.
Constantemente escuchamos -e incluso reproducimos- mensajes que no hacen sino alimentar la espiral de la violencia basada en género, que en la mayor de sus proporciones es psicológica.
Lamentablemente la cultura de cubrimiento de estos delitos es muy elevada en Ecuador, no se aplican efectivamente los protocolos de investigación en muertes violentas de niñas y mujeres. Sumar contingentes para fomentar una sociedad de paz, es urgente y es responsabilidad de todos y todas.
¿Están informados?
Además, existen funcionarios y funcionarias que tienen bajo su responsabilidad el abordaje de estos casos y denuncias, pero desafortunadamente no siempre están informados adecuadamente de cómo hacerlo, e incluso en varios casos, servidores públicos a cargo de la defensa, promoción y ejercicio de derechos, se han visto involucrados en episodios de violencia contra mujeres. El silencio institucional llega a ser aberrante.
Cuando existe un caso de esta naturaleza, La investigación debe hacerse en contexto de femicidio aunque no se procese el crimen por esa vía. Legitimar que la responsabilidad recaiga sobre la víctima, es altamente revictimizador. Desde varios espacios, académicos e institucionales se ha insistido en la necesidad de transversalizar el enfoque de género, para que mediante el conocimiento de derechos humanos, se promueva su ejercicio pleno.
Situación en Imbabura
Esto es menester ya que las niñas, adolescentes y mujeres estamos expuestas a distintos tipos de discriminación y violencia en la esfera cotidiana: lugares de trabajo, sistema educativo, al interior del hogar e inclusive en entornos digitales.
Por esa razón, fomentar espacios laborales seguros, debería ser una prioridad en las entidades privadas y más aún en las públicas.
Imbabura, según datos de la Encuesta Nacional sobre Relaciones Familiares y Violencia de Género del 2019, es la tercera provincia del país, con prevalencia de violencia contra las mujeres a lo largo de la vida en el ámbito familiar.