El dato exacto, arma letal del periodismo
Al periodista venezolano Nelson Bocaranda le dijeron de todo. El poder y los más fanáticos seguidores del poder pretendían que no pasaba nada con la salud del presidente Chávez. Cada vez que Bocaranda lanzaba un dato sobre el avanzado cáncer del comandante recibía amenazas, calumnias y las diatribas más burdas.
Lo acusaron de agente de la CIA, de infiltrado en los servicios secretos cubanos, de sensacionalista, de amarillista, de irresponsable Pero Bocaranda siguió, durante casi dos años, difundiendo sus primicias acerca de lo que en realidad ocurría con Chávez. Era un secreto de Estado para el poder cubano y venezolano. Sin embargo, él logró desnudar ese secreto gracias a la calidad de sus informantes, a la certeza de lo que le contaban, al cuidado que ponía en verificar cada dato, a la paciencia para comprobarlo, a la contrastación que hacía con diversas fuentes no conectadas entre ellas. Bocaranda se convirtió en una pesadilla para la policía política de Cuba y Venezuela. Los líderes de los gobiernos aliados guardaban el máximo hermetismo, hasta límites que llegaban a la irresponsabilidad. Se resistían a mantener informado al país sobre un tema tan relevante como la situación física de su mandatario. Y Bocaranda, a contracorriente, poniendo en grave peligro su vida, desnudaba esos secretos y lanzaba sus noticias en su cuenta de Twitter, en su página web, en su programa de radio y en la columna del periódico donde trabaja. Al final, todo lo que dijo fue exacto. Hoy, ni el chavista más fanático se atrevería a pinchar sus teléfonos, hackear su Internet o perseguirlo. Bocaranda nos deja una lección obvia: verificar y chequear el más mínimo detalle antes de publicar un dato. Y otra, menos obvia: aunque el pesimismo ronde en quienes se autocensuran e intimidan, siempre, bajo cualquier gobierno -por oscuro, todopoderoso o eterno que parezca- será posible hacer información importante para la sociedad si seguimos, sencilla pero rigurosamente, el manual básico del periodista.
Por Rubén Darío Buitrón
Tomado del blog:
www.rubendariobuitron.wordpress.com