Educar en la justicia y en la paz
En su mensaje de Año Nuevo por la Jornada Mundial de la Paz, Benedicto XVI se dirige este año a los jóvenes, convencido de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza de paz: No tengan miedo de comprometerse, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación.
Les pide que vivan con intensidad y confianza su juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentan.
Por eso subraya la importancia de la obra educativa; y señala que, para ésta, un obstáculo particularmente insidioso es la masiva presencia del relativismo que, al no reconocer nada definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa unos de otros, dejando a cada cual encerrado dentro de su propio yo.
El uso recto de la libertad es, pues, central en la educación y promoción de la justicia y la paz, El Santo Padre hace un llamado a los padres, a las familias, a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación, para que presten atención al mundo juvenil, lo escuchen y valoren. Su conclusión para todos es ésta: La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad.
Y es ante todo don de Dios.
Miremos con mayor esperanza al futuro, animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz.
Mons. Julio Terán Dutari
jcterandutari@gmail.com