Drogas en la mochila
Despertamos a una realidad dura y conmovedora, que nos sacude y abofetea porque las drogas halladas en las mochilas estudiantiles, llegaron allí para ocupar un lugar dentro del vacío de vida de centenares, miles de jóvenes que recurren a sustancias alucinantes para calmar, evadir o negar su circunstancia personal.Tal vez atravesada por el desafecto familiar, por el abandono, por la falta de involucramiento de los padres en la vida de sus hijos, por la violencia y el maltrato dentro de la familia, en la escuela, en la sociedad, por el vacío de propósitos de vida, por la ausencia de valores, por la incomunicación, por la curiosidad, por la presión de grupo, por la falta de información y prevención, por la pobreza y sus carencias, por la riqueza y sus sin límites, por la cada vez mayor presencia de enganchadores de consumo o brujos que se disfrazan de consumidores y deambulan libremente captando inocencias. Son tantas las razones por la que un joven puede llegar al consumo de drogas y destruir su vida, que de inmediato se prendieron las alertas sociales sobre esta situación. Lamentablemente la visión represiva del estado, ha buscado soluciones reactivas, policiacas: cacheo de mochilas, detención de menores infractores, culpabilización, aislamiento, expulsión a las ovejas descarriadas.
Desde el poder se cree que la criminalización y las sanciones reducen el delito, tamaño error. Se cree que por decreto, como todo lo que se ha hecho hasta hoy, la realidad social cambia. No se entiende que toda la sociedad resulta enferma, cuando se presentan hechos como éstos, de consumo masivo de drogas; que está fallando la familia como principal eje y nido, donde los seres humanos debemos encontrar seguridad, amor, comprensión, confianza, que aquí hay una falla estructural en los hogares, porque todos venimos de uno. No se entiende que la educación no es la excelencia competitiva ni la ciudad del conocimiento, sino el resultado de madurez que nos permite discernir entre lo bueno y lo malo para nuestras vidas. No se entiende que el papel de los medios en la comunicación debe ser constructivo, pero cómo, si tenemos entre otras basuras televisivas a Pablo Escobar en horario estelar de un canal del Estado, relatando sus fechorías como si fuera novela histórica. Por qué no entender que ahora más que nunca el discurso político ha llevado a la institucionalización de la violencia verbal como práctica de la defensa de las ideas, por qué no suspende la escuela de insultos de los sábados para que en el silencio fresco de una mañana los jóvenes conversen con sus padres, se acerquen, se quieran, porque ese, el cariño y el respeto al pensamiento son los mejores antídotos para que el joven llegue a decir NO QUIERO NI NECESITO DROGAS.
Myriam Valdivieso C.
mival63@yahoo.com